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En la guía de hombres y en el servicio del cielo
  no hay nada mejor que la limitación.
Porque sólo con la limitación 
  se pueden tratar tempranamente las cosas.
A través del trato temprano de las cosas
  se juntan las fuerzas de la vida doblemente.
A través de estas duplicadas fuerzas de la vida
  se está a la altura de la situación.
Si se está a la altura de la situación,
  entonces nadie conoce nuestras fronteras.
Si nadie conoce nuestras fronteras,
  podemos poseer el mundo.
Si se posee la madre del mundo,
  entonces se gana la permanencia eterna.

Esto es el sentido de la raíz profunda,
  del ser-ahí eterno,
  del suelo firme
  y del mirar que perdura.
    


Trozo más bien contra el sentido, donde se meten en el mismo saco (a través de la cadena de consecuencias en el párrafo principal) dos cosas que claramente en el trozo 57 se oponen: la dirección de hombres y la posesión del mundo.

Parece aconsejar la prudencia para que no se sepa hasta dónde llegan nuestras fuerzas en los manejos del Dinero. Por un lado, contra el sentido que suena en otros trozos, se recomienda el manejo y actividad con las cosas para su prevista ordenación. Por otro, esa previsión dice que redobla nuestras fuerzas (en otro sitio, el sentido nos advierte de que la fuerza es la condenación a la muerte).

Quizá el trozo sea una asimilación del ataque que hace el sentido a la idea de límite. Intenta que esa acción contra los límites (que los revela falsos), no sea más que una táctica que, en vez de negar esos límites, los oculte para que nadie los conozca (por tanto, reforzando la fe en ellos). Y esto lo propone justamente pidiendo limitación en nuestro hacer, para no delatar los límites que en verdad nos definirían. Como objetivo de toda esta limitación, aparece al final lo de la "permanencia eterna".

El último párrafo de nuevo intenta definir e imaginar (con imágenes) el sentido: eternidad, raíz, fundamento: o sea, la fantasía de cosa bien ordenada y bien fundada, que es la fantasía o mentira propia de la Realidad.