El sentido está eternamente sin hacer nada, y nada queda sin hacer. Si príncipes y reyes lo saben conservar, entonces todas las cosas se conforman por sí mismas. Si los apetitos se forman y aparecen, entonces yo los desterraría con el candor sin nombre. El candor sin nombre logra la disolución-de-los-deseos. [liberación-de-los-deseos] La disolución-de-los-deseos trae la calma, [liberación-de-los-deseos] y el mundo encuentra su arreglo por sí mismo.
Aquí parece que contra el sentido sólo está quizás la interpolación que habla de los príncipes y los reyes, que no se entiende que ni ellos ni otros puedan conservar el sentido. En lo demás del capitulito parece que sí se siente mejor el sentido (suave y sin sabor, dice el trozo 35).
La disolución de los deseos tiene una forma de traducirse del alemán que puede ser un buen hallazgo: sería entender en vez de 'disolución', 'liberación'. ('Wunsch-losigkeit'; 'los', raíz alemana con el significado de "libre, suelto"; que fue la misma que la del griego de 'lýein', donde están también esas dos puntas: disolver -análysis- y liberar). O sea, los deseos, desencerrarlos a la vez que se disuelve la persona (y por tanto ya no podrían ser así como así los deseos personales que entendemos). Desencerrarlos y que anden por ahí sueltos, mezclándose con las cosas, o más bien, el propio roce e intentos de acercamiento y separación de las cosas, es lo que se podría entender por deseos sueltos, por seguir un poco poéticamente con la imagen, porque los deseos, tal y como los entendemos, van unidos a las personas o incluso a cualquier otro conjunto real y definido (porque es el invento de esos propios deseos el que sirve para crear y particularizar a las personas o grupos a los que se asignan).
Por aquí quizás haya que entender también ese versillo del evangelio Marcos 10,45, propuesto por Agustín García Calvo para hablar de él, pero curiosamente, propuesto en la versión latina: "nam et Filius hominis non uenit ut ministraretur ei sed ut ministraret et daret animam suam redemptionem pro multis", donde quería fijarse en la palabra 'redemptio', que en sus partes es 're-compra'. Algo así: "Pues el hijo del hombre no ha venido para que le sirvan a él, sino para servir y dar su alma en rescate a cambio de muchas/muchos/muchas cosas". (Y especialmente se entiende "servir a la mesa", "dar de comer"; o sea, que el hijo del hombre viene a que le coman a él, no a que le den a él de comer, exagerando un poco). El alma del hijo del hombre, o sea, la persona, se disuelve, se entrega para rescatar las muchas cosas, que están, por tanto, presas. Para ello, hay que entender que la entrega del alma -de la persona- consistiría en desatar el atadijo en el que consiste. En poner término a la defensa (de uno), para desatar tantas cuantas cosas están a un tiempo defendidas solidariamente. De estas cosas -se dice en el trozo que comentamos- no nos preocupemos, porque encuentran su arreglo por sí mismas.
Por ahí quizá iría la relación de esa frase del evangelio con este trozo. Porque la persona es la obsesión más fuerte que tenemos; la realidad más cercana que se nos pone delante, y su disolución (que en este trozo no se habla de ella, pero ya hemos visto cómo la liberación de los deseos personales no puede equivaler a otra cosa más que a la desaparición de la persona) supone de inmediato la liberación de cualesquiera cosas de la Realidad. Una sola cosa que se libere; una sola cosa que se rebele de verdad, supone la rebelión de tantas cosas como haya en Realidad. Cualquier cosa que se rebele contra su de-finición, contra sus fronteras, inmediatamente contamina y llega a cualquier otra cosa que haya por ahí, puesto que es sinfín. Y esto así, dicho malamente, porque las cosas sinfín están ya ahora (tantas como sean) rebelándose, y lo hacen por fuerza a la vez, porque su costitución en la Realidad es solidaria. Las realidades son solidarias unas con otras; se defienden unas a otras: ahí tienen su fuerza, pero también ahí tienen su flaqueza: ahora que se hable bien, la Realidad entera se pone a temblar.
Dos cosas todavía se me ocurren sobre esto de las lenguas:
La primera es que si vemos el testo griego original de ese versillo del evangelio, vemos que curiosamente la palabra a la que traduce 'redemptio' es 'lýtron' ('rescate'), la cual usa la raíz que venimos diciendo ("leu"; en alemán 'los', en griego 'lúein'), por otro lado muy normal para decir "rescate".
La segunda cosa es fijarse en una espresión del alemán que usa esta misma palabra: "Was ist hier los?", en donde las palabras literalmente son: "Qué está/es aquí libre/suelto?", y que, ni más ni menos, quiere decir "¿Qué pasa aquí?". O sea, que cuando pasa algo, es que hay algo libre, suelto, algo que está escapándose. Si no, no pasa nada: sería la muerte, el ideal del Régimen, o sea: lo previsto. La Seguridad, de la que tanto hablan. "Por motivos de Seguridad" quiere decir "para intentar que estemos muertos": que no pase nada. Y es bien normal que eso que se dice que hace el sentido o el verbo, venga a corresponder con una de las palabras-regalo que tenemos en esta lengua: 'pasar'. "¿Qué pasa?". El sentido acaso esté ahora haciendo algo de eso de que pasen cosas, pero a aquel verbo encarnado, que decían, lo condenaron a su realización, a su cumplimiento, y sigue yendo en su camino, año tras año, con su cruz a cuestas a cumplir su destino, en vez de mandar al carajo la cruz, y que cumpla su padre: ¡Sólo una cosa que se rebele bien, que no cumpla...! García Calvo lo dice en verso así de bonito:
.... Dí tú que no, Jesús, que no, que no, que no: ¡sacúdete tu cruz! No andes esa vía, hombre, no trabajes por tu muerte tú. ¡Tírala al suelo, tírala! y libéranos, Jesús.Claro que por muy condenado que esté Jesús a lo suyo, a su Futuro, cosa innegable, ¿qué más da, si es el propio Futuro el que cae? ¿...si es el propio Futuro el que no importa? Retornará eternamente -como decía el otro. Incluso no hace falta decir que "retornará, pero lejos": No. Por aquí siempre, pero... de broma, de juego, sin que importe.