¡Obra el vacío hasta lo más alto! ¡Guarda el reposo hasta lo más completo! Todas las cosas han de elevarse a un tiempo. Voy viendo como se tornan. Las cosas, una tras otra, en toda su cantidad, regresan a su raíz. Volver a la raíz significa reposo y silencio. Reposo y silencio significan giro en el destino. Giro en el destino significa eternidad. Reconocimiento de la eternidad significa claridad. Si no se reconoce lo eterno, entonces se va al embrollo y al pecado. Si se reconoce lo eterno, entonces nos volvemos indulgentes. La indulgencia lleva a la justicia. La justicia lleva al mando. El mando lleva al cielo. El cielo lleva al sentido. El sentido lleva a la durabilidad. A lo largo de nuestra vida no nos ponemos en peligro.
Buen ejemplo de cómo se va contra el sentido poniéndolo en último termino: en el Futuro. Un largo camino de doctrina en el que aparecen todas las palabras de dominación: destino, eternidad, justicia, mando, para, por fin, llegar a la gloria. El trozo 38 delata bien esos nombres, así en cascada: son más bien pestes contra la vida.
Quizá las tres primeras frases traigan una imagen con gracia; con buen sentido: que las cosas se nos descubran flotando, subiendo, sin su seriedad y sin su supuesta definición y ser, y ahora las veamos bailar, juguetear.