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Para la dirección del estado 
    se necesita arte de gobierno,
para el oficio de las armas 
    se necesitan capacidades estraordinarias.
Pero para ganar el mundo
    hay que estar libre de actividad.

¿De dónde sé que el mundo funciona así?
Cuantas más cosas hay en el mundo que no se pueden hacer,
    más se empobrece el pueblo.
Cuantas más herramientas afiladas tiene el hombre,
    más vienen a ruina casa y Estado.
Cuanto más se ocupa la gente de la habilidad y la astucia,
    más se elevan malos signos.
Cuanto más brillan las leyes y órdenes,
    más ladrones y piratas hay.

Por eso dice un llamado:
Si no hacemos nada,
    entonces el pueblo cambia por sí mismo.
Si amamos el silencio,
    entonces el pueblo se vuelve por sí mismo recto.
Si no tomamos nada,
    entonces el pueblo se vuelve rico por sí mismo.
Si no tenemos ningún deseo,
    entonces el pueblo se vuelve por sí mismo candoroso e ingenuo.



En el primer párrafo parece que hay una contraposición: Por un lado el gobierno y los ejércitos, que requieren cada uno un tipo de actividad; por otro el mundo. Pero esta contraposición, así dicha, no se entiende: la ley y las guerras lo que hacen es ganarse el mundo. Quizá haya que entender esto: "Pero para vencer al mundo, hay que estar libre de actividad", como diciendo, "para vencer a la muerte" o "para que no haya muerte".

El segundo párrafo, que se presenta como la demostración del primero, parece una descripción clara de cómo actúa la ley con sus prohibiciones: de cómo es la ley la que crea la miseria.

El último párrafo, de conclusión del sabio, tiene el inconveniente de que nos tomemos realistamente lo que dice y entendamos que por un lado estaríamos nosotros (los sabios, los cultos, los dirigentes) y por otro el pueblo. Más bien puede hablar ahí algo el sentido si esas dos partes las entendemos también como dentro de cada uno de nosotros. Dos partes en guerra, una a costa de la otra. Como si dijéramos:

  Si no hago nada personalmente,

    lo que me queda de pueblo aflora por sí mismo.

  Si no hablamos personalmente,

    lo que me queda de pueblo toma su propio rumbo.

  Si no tomo nada personalmente,

    yo-que-no-soy-mi-persona me hago rico.

  Si no tengo ningún deseo personal,

    me vuelvo candoroso e ingenuo.