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Haced insólitas vuestras palabras,
    entonces todo marchará por sí mismo.

Un torbellino no dura una mañana entera.
Un chaparrón no dura un día entero.
¿Y quién los hace?
   Cielo y tierra.
Lo que ni siquiera el mismo cielo y la misma tierra pueden hacer durar,
   ¿cómo lo podría hacer durar el hombre?

Por eso: si te pones a tu obra con el sentido,
  te volverás uno en el sentido con aquellos que así tienen el sentido,
  uno en la vida con aquellos que así tienen la vida,
  uno en su pobreza con aquellos que así son pobres.
Si eres uno con ellos en el sentido,
    entonces vendrán también con goce a tu encuentro 
    los que así tienen el sentido.
Si eres uno con ellos en la vida,
    entonces vendrán también con goce a tu encuentro 
    los que así tienen la vida.
Si eres uno con ellos en su pobreza,
    entonces vendrán también con goce los que así son pobres.

Pero donde la fe no es bastante fuerte,
ahí no se encuentra ninguna fe.



Capítulo que es más bien una muestra más de la falsificación del sentido (aunque nunca del todo); de su falsificación intentando hacernos creer que ese sentido, esa razón, puede realizarse. Puede ser algo real y no algo vivo e inesperado. En este caso su realización la presentan como santidad y como sabiduría.

Como la asimilación del sentido (de razón) a algo conocido se lleva a cabo justamente sobre las palabras que pueden quedar en el oído después de oír al sentido, es propio que ese intento -aunque su efecto consista mayoritariamente en esa asimilación- no se consiga del todo, nunca del todo; y es posible que todavía pueda resonar algo por ahí que despierte esa negación palpitante contra las mentiras. Por eso, aun en este capítulo, en la traducción del comienzo me empeño un poco en mantener la ambigüedad en la que también se pueda entender que lo que se aconseja es hablar no lo que ya está hablado, sino lo insólito (que quizá venga a atinar en contra de eso ya dicho y redicho que el sentido descubre como mentira). Pero, claro, la otra forma de entenderse (y parece que en la versión alemana de Wilhelm más bien suena esto), es que no nos prodiguemos con nuestra palabra. Que nuestra palabra sea insólita, rara, en cuanto a infrecuente.

Esta forma de entender el comienzo y el resto del capítulo, lo que sobre todo hace es decir que de lo que se trata es de ganarse el respeto de los honrados, que ése es el camino: demostrar junto con la parquedad en el hablar, que somos el primero de los honrados y pobres. La vía del respeto, por mucho que nos resulte prestigiosa (porque estamos creados en él), el sentido la denuncia como falsa una y otra vez. Y la del hombre respetado por sabio y además por santo -que se entrega en solidaridad a la misma vida de los pobres o de los humildes, y sobre todo que no pretende ningún brillo para sí- el sentido la denuncia también, y con más fuerza, como falsa.

El sentido, claro, denuncia cualquier vía real como falsa, porque el sentido no puede realizarse, sino que habla ahora ya sin que podamos entretenernos en saber de dónde viene, porque entonces no lo sentiríamos. El sabio santo está, como todos los sabios, destinados a una cosa: a hablar a favor de la Realidad (del Poder; del Mundo) en los momentos que se necesita calmar precisamente el sentido en acción entre las gentes. (No nos vamos ahora a entretener en ver qué clase de personas son las que hacen ese papel en este Régimen del Dinero que se nos impone; no es difícil hacerlo).

Esta vía de falsificación es muy normal que lo que proponga sea la unidad con otras unidades. El hacerse uno junto con otros, la solidaridad, tienen como consecuencia inmediata que uno mismo queda cerrado (muerto) y los demás también (colocados en un sitio: el iluminado, iluminado. El pobre, pobre, etc.), porque si no es así: ¿Cómo sería posible practicar el consejo de "ser uno con..."? Para llevar a la práctica eso, tiene que saberse muy bien quién es quién y por tanto qué es qué. Lo cual es mentira que se sepa -parece que dice el sentido. Y, por fin, esta vía que parece seguir mayoritariamente este capitulito, tal y como nos es dado, tiene que venir a poner el cierre a todo ello con la esshortación final a la fe, a que no se tengan dudas, a que no se vacile (¿cómo no vacilar, cómo no tener dudas, cuando el sentido lo que viene es con ellas? ¿cómo eso inesperado de que nos entre el asombro, podemos convertirlo en algo así como profesión, en algo en lo que hay que tener fe? ¿No es eso lo que buscan en los trabajos; en los manejos del Dinero: gente con fe; gente segura de sí misma? ¿No está sonando lo contrario aquí, de lo que se puede leer en el melancólico capitulito 20: "...sólo yo así de vacilante, aún no se me muestra ningún signo, como un niño de teta que todavía no sabe reír, intranquilo, llevado de acá para allá [...] Tengo el corazón de un loco, así de confuso y oscuro..."?)

Una vez denunciada la vía mayoritaria que suena aquí, tal y como nos lo encontramos, hay que, por otro lado, reconocer que como casi siempre, parece que puede sentirse algo de sentido por debajo de estas líneas (quién sabe si cambiadas mucho o poco en la historia real del libro); que se puede imaginar algo atinado una vez que nos deshacemos de las mentiras denunciadas antes: Liberado el sentido de lo de la unidad. Liberados de si hay que decir muchas palabras o pocas (por darnos cuenta de que como tampoco sabemos qué es hablar, no podemos estar seguros cuándo se habla o cuándo no; ni si un gesto -que tampoco sabemos dónde empieza y dónde acaba- o si un árbol -que tampoco sabemos que tenga fin- lo que estén sea hablando bien o no; o si ese hablar bien lo contagian o sigue por aquellos pájaros que de repente pegan la vuelta; o en aquellas cigüeñas, que anidan aquí y no allí, o en ese niño que apenas anda, que se para asombrado allá y no allí). Y, por supuesto, liberados de la Fe que parece que se nos pide en las últimas líneas (aunque es verdad que no formalmente); Liberados de los ánimos que se nos dan para llegar (¿a dónde, sino a que estemos pendientes de algo que nos impida sentir ahora?). Así, quizá haya algo de sentido debajo. Y a lo mejor en esa versión del libro en portugués -que anda por ahí por la red- tan misteriosa y creo que tan útil, puede resonar más limpiamente que en la traducción de Wilhelm:
...
quem segue o curso une-se ao curso
quem segue a virtude une-se á virtude 
quem segue a perdição une-se á perdição
quem se une ao curso este o acolhe com alegria 
quem se une á virtude esta o acolhe com alegria
quem se une á perdição  esta o acolhe com alegria
...
También parece muy atinado el segundo párrafo: "Un torbellino no dura una mañana entera..." en donde se advierte contra la Idea. Quiere decirse, contra lo que el hombre pretende costantemente con sus planes de mantener familia, patria, estado, felicidad. Es la Idea la que hace ir contra lo que pasa: Imponerse a las cosas sin fin. Querer mentir sobre lo que hay. No dejar pasar. Querer mantener lo que es pura Idea. Pero es en vano, porque "Lo que ni siquiera el mismo cielo y la misma tierra pueden hacer durar, ¿cómo lo podría hacer durar el hombre?".