Si declina el gran sentido, entonces hay moralidad y deber. Si cunden inteligencia y saber, entonces hay grandes mentiras. Si se desunen los parientes, entonces hay deber filial y amor. Si las ciudades caen en el embrollo, entonces hay funcionarios leales.
Este párrafo es claro y fulminante contra las falsificaciones (asimilaciones) más habituales que se nos imponen como razón, las cuales, por otra parte, aparecen defendidas por bastantes sitios del libro. Son de atacar: el saber, la inteligencia, la familia, la lealtad al país. Son de atacar, porque son las que están intentando someternos contra el sentido, trayendo las pestes correspondientes: moralidad y deber, mentiras, prohibición del amor, caos y embrollo. La ilusión de la sabiduría (o sea, de la verdad) parece que está siempre como el fundamento de cualquier otra istitución de las que nos echan encima para intentar que no se viva.
La tercera frase parece que habla contra la familia, aunque invocando la unión entre parientes. Habrá que glosarlo como algo así:
Si nos aislamos del pueblo, entonces hay deber filial y amor.
O sea, entonces queda dicho qué es amor; Quién debe amar a quién. Esta es la locura que se nos impone con la familia.