Quien se ocupa en aprender, ése va a más día a día. Quien se ocupa en el sentido, ése va a menos día a día. Ése va a menos y a menos, hasta que al final llega al hacer-nada. En el hacer-nada no queda nada sin hacer. Sólo se puede alcanzar el reino si se queda uno cada vez más libre de la actividad. Los muy ocupados no están enviados para alcanzar el reino.
Tienen buen sentido las dos primeras frases: el que se dedica a aprender, va a más (en la Realidad) día a día: Aprender es cosa propia de la Realidad, porque se aprende cómo es la Realidad. O sea, consiste en defender la fe en ella: obviamente, el que se dedica a aprender defiende que se puede saber.
Con la segunda frase, lo más importante es que queda contrapuesto el sentido al saber, como cosas distintas (por tanto se descarta que el sentido o razón sean ningún tipo de sabiduría ni supongan ningún tipo de aprendizaje).
Se puede reconocer que en tanto intervenga y hable el sentido común por la boca de uno, en la Realidad esto va a tener consecuencias de fracaso, de no éssito para ese uno, que irá a menos y a menos. (Es bueno recordar que uno parte de que se encuentra con su persona, que tiene su puesto, su importancia, su Futuro; y tiene siempre sentido reconocer que la guerra es contra esa persona, ese Futuro y que, por tanto, de lo que trata el sentido es de negar esa continuación, esa verdad del Futuro).
"Éste va a menos y a menos, hasta que al final llega al hacer-nada": Frase que, aunque parezca que ya anuncia una especie de fin para el sentido (el de llegar a hacer-nada), puede perdonarse porque continúa con la imagen (recordemos que siempre falsa si se toma en serio) que se viene usando de ir a menos y a menos (es sólo una descripción realista, porque en verdad ahora, al hablar el sentido, no vamos ni a más ni a menos, porque ahora es incomparable; ahora no es un caso de nada). Además, la frase de después en sí misma parece resaltar la contradicción y, por tanto, nos avisa de que no nos tomemos lo de "nada" literalmente: "En el hacer-nada no queda nada sin hacer", o sea, podría glosarse mejor diciendo: "Si no hay que hacer nada, no queda nada que esté sin hacer".
Después parece que viene la asimilación de eso, metiendo al final descaradamente el Futuro; anunciando el camino del que practica el sentido (cosa ya en sí misma contra el sentido): diciendo que al final llegará al reino.
Parece útil comparar las dos frases: la del sentido y la que lo intenta neutralizar convirtiendo la cosa en una receta para vivir; en una moral:
- Dice el sentido: "Quien se ocupa en el sentido, ése va a menos día a día."
O sea, uno ahora ya se está dejando llevar por el sentido (sin Futuro ninguno). Secundariamente, volviendo un poco a tener en cuenta la Realidad, nos damos cuenta que quedan las personas (y en general las realidades que se dejen herir por razón) tocadas en su escalafón; que van a menos día a día.
- Y la asimilación del sentido dice esto otro: "Sólo se puede alcanzar el reino si se queda uno cada vez más libre de la actividad."
O sea, lo que antes era una cosa secundaria, una consecuencia (realista) de cuando nos dejamos herir por el sentido (la consecuencia de ir a menos), ahora eso se convierte en lo primero: se convierte en el camino o moral que hay que practicar para alcanzar el reino. Esto del reino, entonces, será algo así como alcanzar el sentido reconvertido en sabiduría.
Es buen ejemplo de cómo, ante nuestros ojos, se intenta falsificar lo simple y claro de lo que acaba de sonar en razón para posponer esa razón al Futuro; o sea, para intentar matarla.